Con el aumento de los desplazamientos en época estival, la contratación de seguros de viaje se ha convertido en una práctica cada vez más común. Sin embargo, muchas personas desconocen qué están contratando realmente, qué derechos les asisten y cómo deben actuar si el seguro no responde como deberían.
¿Qué es un seguro de viaje?
Se trata de un contrato de seguro que cubre una serie de riesgos asociados a un desplazamiento, ya sea por ocio, estudios o trabajo. Estos riesgos pueden incluir desde cancelaciones imprevistas hasta asistencia médica, pasando por pérdida de equipaje, repatriaciones o problemas legales en destino.
Aunque no siempre es obligatorio, el seguro de viaje puede ser un elemento clave de protección jurídica y económica ante cualquier contratiempo que surja antes o durante la estancia fuera del domicilio habitual.
¿Qué coberturas son imprescindibles?
Desde un punto de vista jurídico y práctico, existen coberturas que deberían formar parte de cualquier seguro de viaje mínimamente adecuado:
- Asistencia médica en el extranjero: imprescindible, especialmente fuera de la UE. Debe incluir hospitalización, tratamientos, intervenciones y transporte sanitario.
- Repatriación y traslado sanitario o funerario: tanto del asegurado como de los acompañantes.
- Gastos por cancelación o interrupción del viaje: si no puedes viajar por motivos justificados (enfermedad, fallecimiento de familiar, etc.).
- Cobertura por pérdida, robo o daños en el equipaje.
- Defensa jurídica: si se produce una detención, un accidente de tráfico o un conflicto legal en el extranjero.
- Responsabilidad civil: por daños a terceros durante el viaje.
Los siniestros más frecuentes están relacionados con asistencia sanitaria, traslados y cancelaciones de viaje, pero un buen seguro puede incluir más de treinta coberturas diferentes: demoras, daños en equipajes facturados, prolongación involuntaria de la estancia, accidentes, defensa penal o incluso sustitución de documentos. Todas tienen siniestralidad y utilidad demostrada, aunque en ocasiones no se valore su importancia hasta que el incidente ya ha ocurrido. De hecho, la probabilidad de que un viajero sufra un incidente cubierto por su póliza es significativamente mayor de lo que suele imaginarse.
Recomendaciones antes de contratar
- Comparar distintas opciones y no dejarse llevar solo por el precio. Algunas pólizas aparentemente baratas ofrecen coberturas muy limitadas.
- Comprobar si ya se tiene algún tipo de cobertura por medio de tarjetas bancarias, seguros de salud o asociaciones de viaje.
- Verificar la claridad de las exclusiones: deportes de riesgo, enfermedades preexistentes o conflictos bélicos suelen quedar fuera.
- Exigir la entrega del contrato completo antes del viaje, incluyendo el número de póliza y los teléfonos de asistencia.
¿Qué hacer si el seguro no responde?
Si el seguro deniega una cobertura, reembolsa una cantidad inferior a la pactada o retrasa injustificadamente su actuación, es posible iniciar una reclamación. Los pasos recomendables son:
- Reclamación interna a la aseguradora mediante escrito dirigido a su Servicio de Atención al Cliente, detallando los hechos y adjuntando toda la documentación justificativa.
- Si no hay respuesta en el plazo de dos meses o esta es insatisfactoria, se puede acudir:
- Al Servicio de Reclamaciones de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.
- O, en casos más complejos o con daños relevantes, iniciar una reclamación judicial asistida por abogado.
En estos supuestos, es importante conservar:
- Copia del contrato del seguro.
- Justificantes de gastos o perjuicios sufridos.
- Comunicaciones con la aseguradora.
Contratar un seguro de viaje es una herramienta que, bien utilizada, puede evitar conflictos mayores y garantizar una adecuada protección personal y económica. Para ello, resulta fundamental conocer los derechos y obligaciones que conlleva, así como estar preparado para reclamar si el seguro no actúa conforme a lo pactado.